El bienestar puede definirse como una sensación subjetiva que dificilmente se puede medir con valores estándares. Depende de factores como el entorno, la situación y la cultura del individuo y, sobre todo, de cómo éste valora su estado general según sus criterios personales. El ser humano aspira al bienestar, pero «estar bien» o mejor dicho «sentirse bien» (porque es una sensación más que un estado) depende de la apreciación de cada cual, de sus propios deseos y de sus criterios de valoración, que pueden ser elementos materiales, económicos, sociales, psicológicos o relacionados con la salud física. Por ello no puede existir un bienestar universal, sino que cada persona debe definir y alcanzar el suyo.
En los años cuarenta, el psicólogo norteamericano Abraham Maslow estableció una jerarquía en forma de pirámide que incluyen criterios tan distintos como por ejemplo el descanso, el empleo, la familia, la salud, la amistad, la intimidad sexual, la creatividad, la falta de prejuicios o la autoestima.
Sin entrar en detalle de la estructura piramidal y jerarquización de esta teoría, resulta interesante que, en aquella época, Maslow tuviera en cuenta criterios tanto físicos como mentales, emocionales y aspiraciones para que cada persona pueda llevar a cabo una evaluación subjetiva de su propio bienestar. Por ello, es importante aprender a conocernos (realmente) con el fin de descubrir nuestros propios criterios para poder definir y trabajar los elementos que participan en nuestro bienestar en lugar de seguir unas pautas culturales superficiales.
«Yoga para mi bienestar» – Xuan Lan
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