¿Cómo le explicaríamos a una criatura recien llegada a la Tierra lo que nos mueve por dentro? Imaginemos que la bandada de pájaros migratorios que se llevaron al Principito de su pequeño planeta lo hubiese dejado caer a nuestros pies… ¿Cómo le ayudaríamos? En nuestra Tierra la vida es compleja, porque en vez de con una rosa y tres volcanes tenemos que lidiar con más de seis mil millones de generadores de emociones mezcladas en todas sus combinaciones de intereses cruzados que duelen y sobrepasan. ¿Cómo podemos manejarnos con eficacia por las redes humanas para comunicarnos, para ganarnos la vida, para disfrutar del amor, para tener amigos, para encontrar un sentido a nuestras vidas? No existe un manual de consulta sencilla que nos aclare lo que nos pasa por dentro, excepto aquellos que preconizan la renuncia, la represion o la resignación.
Afortunadamente, la vida es menos complicada de lo que tememos. Podemos asomarnos a los grandes principios de navegación qeu conforman las bases de una especie de metereología de las emociones. Como las borrascas, las tormentas y los anticiclones, somos predecibles. Es fácil leernos y adivindarnos: no somos lo que decimos, somos lo que hacemos. La vida está hecha de palabras, de miradas y de pequeños gestos con los que tejemos día a día la red que nos envuelve. Basta con aprender a reconocer y a enternder los mecanismos que nos delatan.
Para transformar nuestras vidas y nuestras relaciones no necesitamos tanto como creemos: en una mochila ligera cabe lo que nos ayuda a comprender y a gestionar la realidad que nos rodea. Aunque haya una cierta resitencia a reconocerlo, todos somos psicólogos en potencia, porque la vida nos dota a todos de un cerebro que alberga las intuiciones de lo que necesitamos para vivir.
«»Una mochila para el universo»- Elsa Punset
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